Nunca muere la rosa del patio de la
abuela,
inmarchitable flor,
cual luna llena que riela sobre el mar
del tiempo.
De terso terciopelo,
sus pétalos resisten el implacable
invierno,
los hielos y tormentas
que sobre ella vierten sus airados
aguaceros.
La rosa y su milagro,
la abuela ya se ha muerto,
vi agonizar otras flores heridas de
muerte,
mas esta nunca muere.
La rosa y su misterio…
Los niños de aquel patio, hijos de su
perfume,
ya se hicieron hombres y mujeres,
y el tiempo los hace cansadamente
viejos,
mas, ¿cuál es el secreto que a la rosa
eterniza?,
¿será la firmeza de un recuerdo,
eterna memoria de un patio
con sus niños y sus flores?
Atardecida infancia,
patios de estío, de rosales y de lunas
llenas,
de mal de amores y de abrazos idos.
Sólo la flor
regresa,
con su roja tersura,
como eterno rescoldo de un patio ya sin
luces,
de un patio ya sin voces,
mas donde siempre late el corazón de la rosa.
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