Latente espera
la amapola en las riberas
Entre la niebla se acalla el pájaro y su trino
Claudicaron las rosas cabizbajas y mustias
en los jardines grises del invierno.
Gotas de agua sorprendidas por el frío,
ateridas sobre las ramas
como una lágrima que brota inevitable.
Se abre la mañana
y entre sus filos se arrice un corazón tembloroso
y su esperanza.
Un quejido de
sol se alza sobre el horizonte,
su halo aúreo
se vierte sobre el campo yerto.
Exhala la tierra su vaho,
como el dolorido aliento del alma helada en su
deshielo.
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