23 de octubre de 2011

Blogueguería 18: Fidelidad

Veía recoger el Principe de Asturias de las Letras: un hombre algo encorvado, con gesto humilde, pareciera cansado. El gesto humilde es curvo, como una sonrisa cómplice, como una sonrisa amable. Seguí atentamente los pasos de Cohen, su saludo y cómo depositó su sombrero en su asiento como guardando su sitio, como un cartel de OCUPADO, mientras se encaminaba al estrado, pausado, como la letra de cualquiera de sus canciones. Escuché con atención el discurso (la traducción) de Cohen, igualmente pausado, sin grandilocuencias, sin necesidad de citas ni apoyos más allá de su propia experiencia.

Admiro esas vidas que son fieles a un ideal, que no desisten, que apuestan, que trabajan por lo que creen. Esa búsqueda incesante de un anhelo que termina convirtiéndose en una manera de vivir, y perseverar fielmente hasta el final. Admiro profundamente la fidelidad a seis acordes de guitarra que se convierten en el motor de una vida, en el sentido de una existencia. Admiro la fidelidad al amigo, a la pareja, al hermano, al compañero de trabajo. La fidelidad es una virtud que ennoblece las relaciones humanas y a quienes la practican. Pero sobre todo admiro la fidelidad para con uno mismo, la autenticidad de aquel que no se traiciona, el pacto de respeto y lealtad hacia uno mismo, consigo, con-mí.

Corren malos tiempos para las fidelidades.


1 comentario:

  1. Hermoso post, para enmarcar te diré.

    Nada más hermoso que la fidelidad un ideal, a un ideal a veces inasible, a veces escurridizo, de otro mundo, como puede ser la belleza.

    Como la belleza de la lágrima que cae en el video de esta canción y que, ah, de pronto me provoca a mí otra.

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