4 de noviembre de 2011

Blogueguería 22: "Es un libro que duele"

No es fácil escribir sobre la muerte, mucho más difícil aún impregnarla de belleza, la belleza del adiós para siempre de un instante tan efímero. El dolor de la pérdida, desde que comienza a gestarse, también es bello, es bello su abrazo desolado, de desconsuelo compartido. Es conmovedor cuando contrae el cuerpo, es bello su silencio, su aparente calma. 
Hace unos días, Eduardo Laporte daba una conferencia acerca de "Una mirada literaria sobre el duelo". La transformación (conversión) del dolor hacia la belleza de la palabra.

Releído su libro, 'Luz de noviembre, por la tarde', se lo pasé a quienes considero que saben apreciar las pequeñas joyas, como ésas que guardamos, cual preciado tesoro, en una anacrónica cajita de cartón que albergaba camisetas de invierno, y que, a modo de caja fuerte, en ella hemos ido depositando fotografías, alguna carta con grafía adolescente, un reloj viejo de cuerda y alguna piedra redonda de tan pulida por el rodar del tiempo. Todo ello pedacitos de vida de un valor incalculable. Me gusta regalar libros y me gusta dejarlos, abandonarlos en unas manos de donde sé que retornarán con una emoción, incluso con agradecimiento.

Presté el libro de Eduardo Laporte a una mujer que ha sobrevivido a uno de los duelos más desgarradores que puede vivir el ser humano después de la muerte de un hijo, summum del dolor, y fue la pérdida de su pareja a escasos meses de haberse casado. Así pues, cuando todos los requisitos parecían reunirse para emprender el proyecto de una vida en común: juventud, ilusión por formar una familia, el deseo de construirse una casa en donde formar un hogar, la satisfacción de verse juntos tras aquellos noviazgos dictatoriales y austeros a los que obligaba la rigidez moral de una época, apenas un par de décadas atrás, decía, comenzando una vida sobrevino la muerte inesperada. Viuda a los veintitrés años y esperando un hijo, si todo era un empezar, ahora tocaba seguir... sola. ¿Y cómo se sobrevive a semejante tragedia? ¿Cómo se celebra la primera Navidad? ¿Cómo se vive la primera fecha de ausencia; su cumpleaños, su aniversario de boda? ¿Cómo acoges a tu hijo, ya huérfano nada más irrumpir en la vida, entre los tibios pero solitarios brazos en la sala de partos? En definitiva, cómo superar el inexcusable duelo, el peso de las interminables ausencias, el trastoque de la vida...

Años más tarde, también a relativa temprana edad, se enfrentaría al largo proceso de la enfermedad de su madre, a la luz interminable de los días de un verano de no recuerdo qué año. Ana, así se llama esta mujer, es mi cuñada (nunca será la viuda de mi hermano). "Es un libro que duele", ha dicho, y también ha dicho "me he visto en momentos tan iguales...".
Es hermoso que las palabras escritas por alguien a quien desconocemos nos revuelvan el alma, nos conviertan en  cómplices del sentimiento, nos solidaricen con sus flaquezas, sus miedos, que nos hagan sorber silenciosas lágrimas y al final seamos capaces de esbozar una sonrisa, porque al margen de la historia, hemos sentido las palabras: nos han dolido, nos han conmovido, nos han reflejado, nos han hecho sentir que no somos los únicos, nos han hecho volver para darnos cuenta, una vez más, de que el dolor y la muerte son tan humanos, y que cuando acontecen hay que encararlos sin tragedias, desde la serenidad que confiere  la intención de normalidad, la normalidad de la muerte que nos permite continuar en la normalidad de la vida.

Sin duda hay libros necesarios, o que necesitan ser escritos, y sin duda hay libros que ya son parte de esos joyeros en donde todo lo que se guarda parecen cosas irrelevantes, pero hay joyas que no necesitan ser expuestas en ninguna  vitrina.

7 comentarios:

  1. Lo tengo encargado y tengo unas ganas de leerlo...

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  2. Cristina Gracia Albiac4 de noviembre de 2011, 22:34

    Yo lo he leído y disfrutado desde el principio hasta el final, es una joya de esas necesarias que guardo con mimo y cariño y reservo para releer en breve.

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  3. Esto es amistad Car maja...

    Saludics

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  4. Gracias, Cris, por dejar comentario.

    Jesús Garrido, en este momento podría decirse que es el definitivo.

    Gorka, mi amistad con los libros es sólida e indisoluble ; )

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