13 de diciembre de 2011

Bloguerrelato 3: Homicidio involuntario

Una mujer cortaba en fina juliana una cebolla sobre su nueva tabla de cocina, una Kuhn Rikon, marca suiza. Desde el salón llegaban las notas de Tocata y fuga en Re menor, de Bach. Sin pretenderlo, cortó la falange del dedo medio. No sintió dolor. Probó a cortar la falange del índice. Tampoco sintió dolor. El rojo vivo se mezcló con los aritos de cebolla,  y comprobó que le gustaba tan original bodegón. Pensó: ¿Por qué no? Y decidió cometer su propio homicidio. Siguió rebanando su mano, después su brazo, luego sus piernas, después el tronco y el resto del cuerpo... La cabeza le costó trabajo, demasiados huesos. Cuando solo quedaba la mano homicida, aterrorizada por el terrible crimen que había cometido, soltó el arma y salió huyendo.

Nunca se supo la autoría de crimen. La policía consideró que el móvil pudo ser el robo, ya que jamás se encontró la mano derecha, tal vez portadora de una pulsera o sortija de gran valor. En el piso de la víctima solo se encontraron sus propias huellas dactilares, y no fue forzada la puerta, por lo que se barajó la posibilidad de que se tratase de alguien cercano a la familia. Tras ser tomada declaración a los sospechosos, todos quedaron en libertad por falta de pruebas.

4 comentarios:

  1. Joder... pero hay marcas de tablas de cortar? Muy original e inquietante. Me das miedo... jajaja. Que noooooo... o eso creo. jajaja.

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  2. Menos mal que la historia tan macabra tiene fin feliz jeje.
    Muy creativo; me gusta.
    Saludos.

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  3. te veo un poquico devuélveme la vida que me las quitaU que me las quitaU....

    Gorka

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  4. JAJJAJAJAJA ¡Grande ese comentario, Gorka!

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