25 de diciembre de 2011

Bloguerrelato 5: La mujer traslúcida e insensible


                                                   Y tenía corazón. Enrique simonet (1866-1927)

Existió una mujer con un extraño síndrome que consistía en que, cada vez que algo en la vida le decepcionaba o causaba un gran dolor, alguna parte de su cuerpo se convertía en hielo y morían las terminaciones nerviosas. Por tanto, en esa pequeña porción congelada dejaba de sentir frío, calor, placer, dolor... Llegó así el día en el que las decepciones habían sido tantas que solo le quedaba intacto el músculo cardiaco, que suspendido en medio del iglú en el que se había convertido la cavidad torácica, y bajo el frío de las congeladas esponjas pulmonares, seguía bombeando sangre caliente que se abría paso a través de arterias y venas convertidas en conductos helados que atravesaban, cual transiberiano, todos los millones de haces de fibras de hielo insensible. Su anatomía era un frágil bloque de hielo, irrigado interiormente por el viscoso y caliente fluido rojo en constante retorno al único músculo que quedaba intacto: el corazón. Se la llamaba por ello la mujer traslúcida e insensible.

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