3 de febrero de 2012

Blogueguería 47: Cochura literaria

Se cuece en este país (algo bueno tenía que redimirnos) una interesante cochura de escritores jóvenes. Nombro a Eduardo Laporte, (Pamplona, 1979) y su 'Luz de noviembre, por la tarde', que se abría paso tímidamente a principios de un pasado otoño que se resistía a llegar, y que se imponía a finales de año como esa significativa novela autobiográfica de, me atrevo a decir, obligada lectura. Obra que fue escrita cuando contaba con veinticinco años, aunque haya visto definitivamente la luz el pasado 2011. Ya dejé mis impresiones sobre ella aquí.

Tengo entre manos a otro autor joven: Pablo Gutiérrez (Huelva, 1978). Su libro, 'Ensimismada correspondencia', no es su primera obra, tiene ya en su haber unos cuantos títulos más. Quedó finalista del Premio Miguel Romero Esteo de dramaturgia, con una obra de teatro: 'Carne de cerdo', en el año 2001, cuando contaba con veintitres años. Estos datos, y más, pueden obtenerse ya de la barra de Google. ¿Pero quién es Pablo Gutiérrez para el lector? Dicho de otra manera, ¿qué y cómo escribe Pablo Gutiérrez?

Pablo Gutiérrez es de esos escritores a los que etiqueto de impúdicos y que tanto me gustan. Me produce una terrible somnolencia, por no decir aburrimiento, la escritura sin alma, de corte intelectual y cultureta. Mi escritor impúdico es el que me provoca desde el primer párrafo, o la primera hoja, o la segunda, pero no tardo en encontrar ese estimulante guiño  autor/lector: provocación. Pablo Gutiérrez en su 'Ensimismada correspondencia' es una constante exhortación; una prosa atrayente, que atrapa, y de una belleza lírica incuestionable. Incluso, diría que su prosa a veces resulta grosera y descarada, en donde no hay matices sino rotundidad, y es esa misma rotundidad la que marca el ritmo al lector que avanza entre imágenes definidas por una precisa adjetivación que se aleja de la retórica y el recargo. Hablo de un libro que acabo de comenzar y cuya tarjeta de presentación es el embeleso de su personalísima prosa, del que no tengo ninguna duda que al concluir la última hoja me dejará esa sensación de plenitud, ese poso duradero que deja la literatura por excelencia, y de cuyo autor tampoco tengo ninguna duda de que será un nombre al que seguir la pista.

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Tantas veces nos besamos en la calle como enamorados que no tuvieran adonde ir, iluminados por la luz del alumbrado público que nos sombreaba la piel como si fuéramos personajes de cómic, todo resultaba irreal a la luz del alumbrado, las manos, los ojos, los árboles blanqueados, las noches en las que la tuve entre mis brazos, tantas veces la besé bajo el cielo artificial de una ciudad abandonada, ciudad desierta para nosotros, una esquina en la que el tráfico siempre rugía y ahora ni un murmullo.

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3 de febrero, 11.56h

Olvidé mencionar otro nombre prometedor: David Cánovas Williams (Ciudad Real, 1978). Periodista y escritor, con pequeñas incursiones en el mundo del cortometraje, David Cánovas ha publicado su primer libro de poemas: 'Veinticinco poemas por el precio de uno'. Expectación.

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