23 de febrero de 2012

Bloguerrelato 6: Un ataque de risa

Su jefe le dijo que quería verlo. "Mire, Fernández (qué insignificante sonaba ese Fernández en la firme, segura y grave voz de un jefe), usted sabe que la empresa no pasa por su mejor momento...". En fin, qué se le va a hacer, por la mañana creyó sentir el pálpito del despido.

Regresaba a casa a la hora de siempre, sobre las diez de la noche, cabizbajo... "¡La cartera, vamos, la cartera, gilipollas!", a punta de navaja, en la yugular, le dijo un tipo con cara de pocos amigos que no supo de dónde había salido. "El reloj, también el reloj", espetó con impaciencia, mordiendo el mono. "Es de los chinos", dijo él a título informativo. Eso le costó una patada en los huevos.

Su mujer lo esperaba con la misma cara triste de siempre. Se había casado con una mujer triste, de esas que aunque les des felicidad a espuertas nunca les cambia la cara. No sabía cómo decírselo, pero fue ella la que tomó la palabra: "Ramón (qué triste sonaba su nombre en la voz de una mujer triste. Hasta hoy no se había dado cuenta. Se dio pena), tenemos que hablar". Y habló: "Me voy con mi madre (que es donde suelen irse todas las mujeres tristes cuando abandonan a sus maridos)".

Fue entonces cuando Ramón Fernández estalló en una carcajada, atronadora, imparable... se retorcía por el suelo sin parar de reír. Le dolían las quijadas, la barriga sufría espasmos, el pecho parecía explotarle... Su carcajada imparable despertó a los vecinos, los niños que ya llevaban un par de horas durmiendo comenzaron a llorar, soliviantó a los perros del callejón. Alguien llamó  a la policía, que derribó la puerta de su casa de una patada. Después llegó una ambulancia, que lo trasladó al hospital más próximo.

"¿Qué tenemos?" "Es otro ataque de risa, doctor" "Vaya, ya es el cuarto en esta semana. Habrá que ponerlo de nuevo en conocimiento de las autoridades sanitarias" "Sí, doctor, pero es preocupante este síndrome, los casos anteriores han evolucionado a la mudez, pero cuando se les pregunta qué fue lo que les originó su ataque, se reagudiza su estado y se descojonan" "Enfermera, no ponga ese término en el informe" "¿Cuál, doctor?" "Descojonarse, busque otra palabra que lo sustituya y exprese lo mismo con un lenguaje más técnico" "Ah, bien... ya veré qué se me ocurre" "A éste llévelo al Box 4, están proyectando El árbol de la vida, a ver si conseguimos sedarlo" "Ok, doctor"

4 comentarios:

  1. "Mu güeno". Jejeje. El tenemos que hablar siempre es un escuchame, y calladito.

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  2. ¿Crees que si él dijo que el reloj fuera Rolex de oro recibió un beso en vez de una patada en los huevos? :)

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  3. Yo creo, Dim, que si llevase un Rolex tal vez no le hubiesen despedido de la empresa, sería socio mayoritario. Tampoco le hubiesen atacado en plena calle porque viajaría en un Mercedes... ¡Cuántas cosas evita llevar un Rolex! Por sus Rolex los conocerás, que decía el eslogan.

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  4. Muy agudo relato. Dmitry tiene parte de razón cuando indica que llevarse una patada por demorarse en entregar un reloj, parece excesivo, pero está tan bien contado, que es creíble.
    Y en cuanto al "tenemos que hablar", es la frase que más matrimonios ha hecho polvo, desde que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre. El primer párrafo y el último del relato son estereotipos, pero encajan perfectamente en el conjunto del relato. (Aunque para su publicación habría que retocarlos algo)
    Buen relato.

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