5 de mayo de 2012

Blogueguería 69: Treinta y tantos

Así se titulaba una serie de televisión, allá por finales de los 80 y principios de los 90. El tiempo se condensa, como los recuerdos, creía que hacía menos tiempo, que aquellos treinta y tantos de sus protagonistas habían coincidido con los míos, y no, fueron mis veintitantos, que en poco tuvieron que ver con sus treinta y tantos y con los míos que llegaron después (porque los años siempre llegan, o siempre se van), estos últimos decisivos, una década crucial de asentamiento: trabajo, familia, residencia...

Aquella serie norteamericana reflejaba a parejas de esa edad: guapos, con éxito profesional, con intereses culturales y profesionales, con un poder adquisitivo más que aceptable... Leo por aquí que de alguna manera se quiso humanizar a la antipática, casi odiada, figura de los yuppies. Mi capacidad de crítica de entonces no llegaba a tan profundo análisis. Aquella serie captaba mi interés porque en ella nunca pasaba nada, la trama no iba más allá de lo que era la convivencia en pareja y con hijos pequeños, cómo influía en lo personal, lo sexual, lo laboral, en las relaciones con los amigos... ese cambio de vida que implica el tener que compartirla, incluso esa renuncia, ese sacrificio, que en aquella serie se reflejaba con el abandono de trabajo o de proyectos laborales por parte de una de las protagonistas para dedicarse a sus hijos, ese grave error que cometen muchas mujeres que necesitan de esa  abnegación por su condición de madres, sin pensar en su vida a largo plazo y que, lejos de compensarlas, termina sumiéndolas en depresión o baja autoestima.

En esos treinta y tantos he pensado mientras bebía una caña mal tirada y la acompañaba de unas patatas cocifritas embadurnadas en un alioli en exceso aceitoso, y veía pasar presurosas (por este frío de mayo invernal) a parejas de esta edad. A sus treinta y tantos, pocos tantos, aún se les aprecia la despreocupación de los veinte: ellas caminan por delante con un carrito vacío y animosa conversación, ellos las siguen detrás con un bebé en brazos que no llegará al año. También corretea en círculos, alrededor de las parejas, algún niño entre los tres y los cinco años. Así éramos nosotros hace diez años. Los comienzos, el principio de muchas ilusiones, de muchos proyectos, la conquista de cosas que consideramos definitivas en nuestra vida, y el terrible error de caer en esa engañosa armonía que como canta Silvio, termina poniendo viejos los corazones. He pensado en toda esa década que les quedaba por delante, en esos que parecen los decisivos treinta y tantos con sus muchos días y sus muchas noches, en esa pequeña lucha diaria con sus pequños triunfos y sus pequeñas o grandes derrotas, y en que la vida se encarga de dejarnos claro que decisivo, lo que se dice decisivo, no hay nada.

3 comentarios:

  1. Ayyyyy Patio, envejece el que quiere...

    yo por ejemplo todos los años hago doblete;
    este año 35 años y 35 cm ;)))

    Saludics maja!!!

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  2. Tú siempre serás joven!!
    ¿35cm?!! Patwoman siempre será joven también ;)

    Abrazos!

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