Entra en mí
como el mar enfurecido
que rompe en la bahía muda.
Golpea mis entrañas
como una ola muere
violenta sobre las rocas.
Y, cuando quieras,
vete.
Llévate contigo
la esperanza rota.
Y guárdala
en dos deditos de agua,
donde los barcos no naufragan.
Sabremos así
lo triste de una derrota,
y lo hermoso
de la soledad.
Yo, a cambio,
te ofrezco un chantaje;
seré tu eterno refugio,
de por vida...
de la tuya.
De la mía.
Para cuando quieras volver
y el mar
empiece a ser
de nuevo
interminable.
Tienes recursos y poder para no ser refugio de nadie, sino su Ser.
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