19 de octubre de 2012

Blogueguería 104: La prisa

En el concierto de Cohen, tuvo lugar una pequeña anécdota que no reflexioné in situ porque atender al hombre del escenario era prioridad de mi atención, que inmediatamente se olvidó del asuntillo y retomó el espectáculo para deleite de mis sentidos. Días depués, afloró aquello.
 
Nos encontrábamos en la planta dos, en el sector 26 de un Palacio de deportes abarrotado, caluroso y de asientos que son estrechos espacios vitales, en los que te ves obligado a levantarte cada vez que entra o sale alguien y a tener sobre las rodillas todo accesorio que nos acompañe: bolso, chaqueta, botellita de agua, que  obligatoriamente hay que sujetar porque le quitan el tapón al servírtela, por tanto, ni la puedes meter en el bolso ni dejar en el suelo sin riesgo de que se derrame (pensé sobre esto y llegué a la conclusión de que sería una medida de seguridad: una botella llena lanzada con fuerza desde una grada puede convertirse en un arma. Si la lanzas sin tapón, el líquido se derrama y el objeto en el aire se desestabiliza, con lo cual es más dificil acertar en el objetivo y hacerle daño. Esa es mi sesuda conclusión. Pero vuelvo a aquello que sucedió). Al quejarme del calor, la mujer que se sentaba a mi izquierda se ofreció a sentarse en el siguiente que acababa de quedar vacío, para que yo depositase toda esa carga sobre su asiento. Agradecí el detalle, pero le dije que la mujer que ocupaba ese asiento tal vez estuviese en el baño o en el bar, comprando su botella de agua sin tapón, y que posiblemente volviese. "No", afirmó muy segura, "me ha dicho que se marchaba ya, que llevaba prisa". Eran las once y veinte de la noche, el precio de la entreda tampoco era como para no amortizarlo, se trataba de un viernes noche, estábamos en la mitad un concierto excepcional que duró hasta la una y cuarto, y alguien se marchaba en aquel sublime momento de "taza de té" porque llevaba prisa.
 
¿A dónde nos lleva la prisa? ¿Valoramos en algún momento lo que nos hace perder? Hay un proverbio chino muy acertado que dice algo así como No hay nada urgente, solo gente con prisa... ¿Hacia dónde nos conduce esta vorágine de compromisos u obligaciones que interrumpe nuestro momento de relax o de disfrute para llevarnos con urgencia a otro lugar, a otra cosa mariposa?
 
De mi amable compañera de asiento, me llamó la atención también, durante todo el concierto, su adicción al móvil. Era inevitable, el fulgor de la pantallita de su aparato, que se encendía intermitentemente en la oscuridad del palacio, y sus dedos volando sobre el teclado digital distraían mi atención. Me faltó un tris para arrebatárselo de las manos y lanzarlo a la estratosfera, hasta los 39.000 metros cuando menos (esto antes de que tuviese el amable detalle, por lo que luego me mostré más tolerante y la miraba menos veces de reojo y con cara más amable...).

¿No somos capaces de disfrutar del momento, de un aquí y ahora, sin la necesidad de estar interconectados en otros asuntos?¿No somos capaces de ponernos en OFF unos minutos de nuestra vida para tomar consciencia exclusivamente de lo que tenemos delante, o simplemente de nosotros mismos?  ¿Nos da miedo sentirnos así de solos, así de despojados?

La prisa define al hombre moderno, forma parte de su rutina, no hay día que no haya prisas, no hay día que no pasemos de largo corriendo, tan de largo como se pasa por las redes sociales o por millones de sms o wassap, imprecisos mensajes de limitados caracteres por donde nos relacionamos y nos atrevemos a decir que nos conocemos, incluso que llegamos a amarnos y a afianzar amistades... Conocerse lleva su tiempo, enemigo de las prisas.
 
Nada se saborea con las prisas, ni se retiene ni se disfruta, y nada profundo ni con peso en la vida de un ser humano se fragua con un pasar por encima, surfeando, o  pasando de largo... Más bien, como cantaba Aute, habría que retomar el pasaba por aquí... para quedarnos un rato.

3 comentarios:

  1. No vamos a ninguna parte, pero vamos deprisa. Como aquel que se encuentra a un amigo a quien no veía hacía tiempo y le dice:

    - ¿Qué te pasa te veo desencajado?

    - Acabo de salir del médico y me ha dicho que me queda un año de vida.

    Ante esto, el amiguete, le consuela diciéndole:

    - No te preocupes un año pasa enseguida.

    ResponderEliminar
  2. La prisa es ese que llega y se va antes de que nos demos cuenta.

    ResponderEliminar
  3. Es cierto, a veces, las prisas y el querer disfrutar de muchas cosas a la vez, o si no es disfrutar es atender, nos impide disfrutar realmente de lo bueno. tanto la que se fué por la prisa, como la del móvil, no disfrutaron del pedazo de concierto que algnos que no pudimos, hubíesemos disfrutado... y encima molestando. Un abrazo

    ResponderEliminar