Cada noche,
las noches de noviembre son más noches.
Negras de puro oscuro,
frías y resbaladizas
como la epidermis de un muerto.
El asfalto rezuma
y los tacones resuenan,
como sonidos huecos
que doblan las esquinas
y chocan contra la nada del desierto urbano.
Siluetas de gente
a través de cristales glaseados.
Copas en las manos,
palabras y más palabras,
rumor enquistado de otro final de viernes.
Farolas a media luz,
solitarias plazas,
una bocacalle,
una despedida,
y mañana será otra noche... de diciembre.
¡Qué observadora!, con los ruidos de la noche.
ResponderEliminarMañana será otra noche, es verdad, Carmen. Pero también lo es que antes y después (de la noche) sigue habiendo amaneceres.
Un abrazo.