27 de febrero de 2013

Blogueguería 136: Calles

La calle, que decía Millás, no es sino un reflejo del mundo, de nuestro micromundo, ese espacio finito e inmediato en el que nos desenvolvemos, ese escenario aparentemente inalterable, testigo del ciclo vital de quienes hemos creado nuestro micronicho ecológico, del devenir de los días, de los meses, de las estaciones, de los años... Escenario mudo de la vida.
Todas las calles tienen sus perpetuos moradores, sus actores principales. Tambien aquellos que van de paso, actores secundarios. Como los rellanos de las escaleras o los ascensores, ellos también tienen sus actores principales y sus secundarios.

Tuve otra calle que recuerdo bulliciosa cuando la tarde empezaba a arañar minutos de luz, por aquellos marzos que mayeaban, en aquel enorme solar que fue un bosque animado, fantasioso, en donde nos hicimos mayores sin darnos cuenta, como se va la niñez.

Aquella calle y sus sonidos: nuestra algarabía y el escándalo de los vencejos y gorriones que anidaban entre las grietas del muro de piedra de una antigua fábrica, y que no dejaban de revolotear en un flujo desordenado, agitado, sobre el inmediato cielo. El despertar de las mañanas de verano era siempre con aquel infatigable piar.

También se escuchaba el sonido sordo de aquella maquinaria que molía el trigo, amortiguado en las entrañas de aquellos inmensos muros, como un gigante haciendo su digestión. Solo éramos conscientes de aquel ruido cuando se detenía y sobrevenía entonces una especie de descanso en el oído. 
 
Aquella calle tenía también su olor: el olor a invierno, que no era otro que el del humo de las chimeneas. Recuerdo aquel olor a leña quemada que impregnaba la húmeda niebla aferrada al suelo, cuando regresaba los viernes de Ciudad Real, en el autobús de las siete de la tarde. El olor a pueblo, a querencia... El deseo de llegar a aquel calor que me esperaba... Un olor que se ha desvanecido con el tiempo, tal vez en un proceso de anosmia selectiva que inhibe ciertas evocaciones que ya no tienen sentido. El olor de la hierba recién cortada era el anuncio de la primavera en todo su esplendor, como el olor dulzón de la higuera era el del estío.

Esta nueva calle, en la que me cuesta enraizar, tenerle apego o afecto, tiene también sus sonidos, más de ciudad, de hora punta: entradas y salidas al colegio contiguo. Después de esa marea humana, el rodar de sus mochilas y la algazara, sobreviene el repentino silencio, el vacío del nudo deshecho... Como tras el concierto de Cohen, en octubre pasado, en el Palacio de los deportes. Recuerdo esa especie hileras de gente saliendo por las distintas puertas y confluyendo en un reguero humano desplazándose en idéntica dirección durante bastantes metros. Hubo un momentto en el que sentí miedo a la masa ¿Por qué todos iban en la misma dirección que yo en ese inmenso Madrid, o es que, llegada la noche, las almas se concentran en el mismo espacio en busca de calor? Cuando quise darme cuenta, las esquinas se habían tragado a todos y quedaba ese otro vacío de la gran ciudad: el que te hace sentirte un intruso en su noche.
 
En el margen izquierdo de la zona peatonal, hay unos bancos en donde borrachines solitarios, pandillas de adolescentes pasándose el porro, parejotas que no le temen al frío, chiquillos inquietos y viejos meditabundos encuentran su hora y su lugar. A las ocho de la noche estaban desiertos; las rejas de los escasos comercios chirriaban echando su cierre, un hombre paseaba a su perro y una mujer sacaba su móvil e inmortalizaba el instante con una imagen.





3 comentarios:

  1. La calle en la foto me parece más a un pueblo norteamericano, como un pueblo en que yo vivo. Aquí las calles son desiertos tras atardecer. De lo que recuerdo, las calles de pueblos de España son bullicios de la genta a las ocho de la noche. Esto me gustó mucho.
    Saludos

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  2. Bueno, en realidad mi ciudad es como un pueblo grande pero con la salvedad de que ha perdido el encanto de pueblo y no ha ganado nada como nueva ciudad.
    Las noches de verano, que son las que tú habrás conocido, Dim, son una maravilla en toda España.

    Make, siempre gracias por leer y seguirme.

    Un abrazo

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