4 de abril de 2013

Blogueguería 149: El pacto

Le tomo el gusto a la poesía frente a una taza de café, en una de esas terrazas atoldadas y cubiertas de plásticos laterales (me siento un poco como Travolta en El chico de la burbuja de plástico). Son como un refugio en medio de la inclemencia, vulnerable refugio desde donde se ve y se es visto. Busco un lugar estratégico: la mesa del fondo, ángulo izquierdo, bajo una de esas estufillas eléctricas colocadas sobre nuestras cabezas, que calientan algo la espalda y  nada los pies. Si está ocupada, algo improbable en esta tarde de reflujo invernal, busco la del ángulo opuesto... Siempre entre ángulos, los centros me producen ese inquietante vértigo de la mirada que escruta.
 
Leo, a saltos de páginas, buscando el verso de la tarde, Oscuro pez del fondo, de Daniel Casado, poeta extremeño.  Le tomo el gusto, igualmente, a la solitaria lectura, a esos actos que terminan convirtiéndose en intransferibles, y al placer de la intimidad. La soledad deja de ser dañina cuando se convierte en intimidad. Dice García Márquez que el secreto de la vejez está en un honrado pacto con la soledad. Creo que también es el secreto de la vida, un honrado pacto con sus soledades. Llamémoslo metamorfosis de supervivencia, algo así como domesticar a un animal salvaje o domar un potro. Docilizar la soledad, convirtiéndola en ese escudo, ese aliado: la intimidad.


1 comentario:

  1. Esa 'solitariedad' que decía Castillo del Pino. Y si se puede dormir con calor humano cerca, pues mejor que mejor.

    ResponderEliminar