23 de enero de 2012

Blogueguería 44: Lucía al desnudo


¿A qué viene esta escandalera? ¿Afán de notoriedad?  ¿Morbo? ¿Ganarse la vida como modelo? ¿Un anuncio de tallas grandes? ¿Mostrar sus cicatrices como las  mostró Marilyn? (la de Marilyn en la parte superior derecha, en aquella última sesión al desnudo que Bert Stern  le haría en la recta final de su imparable declive hacia el suicidio). Por aquí y por allá leo, en tono jocoso (ay, Lucía Lucía, aún no estamos preparados para otros cánones, cualquier otra belleza requiere un trabajoso ejercicio de abstracción, aunque creo que eso a ti te la trae al pairo, y haces bien), si se trata de un intento de imitar a Scarlett Johansson, la actriz que ha puesto de moda el book-móvil del desnudo casero.

Somos narcisistas por naturaleza, nos gusta contemplarnos en los espejos, y las nuevas tecnologías nos permiten llevarnos con nosotros. Cada vez son más frecuentes las famosas del mundo de la moda, del deporte, del cine y la televisión que en su twitter o en su facebook muestran públicamente su natural desnudez (Serena Williams también es aficionada a estas prácticas ¿exhibicionistas?). Son imágenes sin retoques, sus protagonistas recién salidas de la ducha, sin más luz que la que  pueda colarse por una ventana o emane una bombilla de 20 W, sin más escenarios que su propio baño, o su cocina, y  sin más complementos que una toalla que se escurre o esa ropa interior que solemos usar habitualmente.

Es extraño, inusual, que estos exhibicionismos los protagonicen personajes de ese otro sector de la cultura que yo diferencio y defino como más ilustrada, menos disipada, y que se aleja  de la farándula y del espectáculo tal y como la masa los concebimos. Puestos a dejar que la imaginación vuele a escenarios disparatados, paso un rato divertido imaginando a Pérez- Reverte saliendo en  bolas de una espumosa bañera, colocándose un sombrero del siglo XVII y envainando una espada en un minimalista cinturón asido a su cuerpo desnudo, para presentarnos la última aventura de Alatriste en  'El puente de los asesinos '. Por cierto, ¿qué pensará (si es que se digna a pensar algo) el demoledor Arturo al contemplar semejante imagen de Etxebarría?

Posiblemente, la escandalera: polémica con Elvira Lindo y el premio Planeta, polémica con la amenaza de dejar de escribir por las descargas gratuitas de sus obras, polémica ahora con este desnudo, el atrevimiento de Lucía Etxebarría, del que ha dicho que es una protesta contra la piratería (original manera de protestar)... decía, semejante escandalera esté relacionada con la publicación de 'El contenido del silencio', una estrategia publicitaria, o tal vez esta polémica y procaz novelista ha fraguado un personaje en torno a sí misma que da más que hablar que sus propias novelas. Siempre los habrá que la fama de sus extravagancias supere con creces la fama de sus obras.

3 comentarios:

  1. Caí ayer en que la cicatriz de Etxebarría también está en la derecha. La foto es a un espejo. Posiblemente herida quirúrgica por apendicectomía, la de Marilyn se trató de una colecistectomía.
    Gran avance en las técnicas de laparotomía que hoy convertirían esas cicatrices en un minúsculo rasguño.

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  2. Amiga mía,Señora Doña El Patio,

    ¡Bravo! por su comentario sobre la Etxebarría y el desnudo ese suyo que, más que darle méritos, se los quita. Vamos, que a una buena escritora hay que juzgarla por sus escritos, y no por su físico, concepto en el que coincido –cosa que no suele ser habitual- con una buena parte de las feministas militantes. Y luego algunas mujeres se quejan de que los hombres nos fijemos sólo en su cuerpo.

    Vamos a ver: a mí, si me interesase algo de la Etxebarría, me interesarían sus escritos, que no me interesan, pero nunca me va a interesar que nos muestre sus partes pudendae [Traducido: su coño y sus tetas, pasando por el ombligo], porque de ese aspecto de la mujer ya dispongo lo suficiente en mi propia casa, y se trata de una mujer que nada tiene que envidiarle a ella, ni físicamente, ni intelectualmente, por supuesto.

    También prefiero que un buen escritor, como es Publio Ovidio Nasón, sin utilizar ninguna palabra grosera, y con toda la delicadeza que sería incluso del gusto de una tímida y recatada adolescente, me adoctrine sobre las interioridades del mundo femenino, y los secretos del mujerío [dicho con todo respeto], en una obra tan grandiosa como son Las Metamorfosis, El Ars amandi, o los propios Amores, a que una mujer que más bien me resulta grosera y falta de gusto nos muestre en la Red sus desencantos físicos femeninos.

    Vamos, Lucía, que no por enseñarnos lo que no deberías, te vamos a leer más, porque primero vino eso de las descargas y la negación a seguir escribiendo, y ahora viene lo del desnudo integral. Enterése de una vez, Señora Lucía: a los hombres no nos interesa el desnudo integral; nos interesan las mujeres que son femeninas, las que insinúan, pero no enseñan, las que son auténticas escritoras, o incluso amantes, pero nunca las que, para conseguir que se hable de ellas, nos enseñan lo que no deberían, porque Vd., Señora Lucía, tiene que saberlo: los hombres también somos muy exigentes y no "nos vamos", ni siquiera "nos corremos", con cualquiera. Nosotros también tenemos nuestros principios.

    Le envío un afectuoso abrazo, Señora Doña El Patio.

    Antonio

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  3. Estimado don Antonio, vamos a imaginar otra cosa:

    Imaginemos que Lucía E., en vez de buscar la "escandalera", palabra que se usa mucho en mi pueblo con una acepción despectiva, por ejemplo, en esas mujeres que siempre buscan entrar en conflicto con la vecina, o esos borrachines de los bares que siempre buscan camorra, en tal caso escandalera es un ruido que no defiende nada, inútil, que solo busca el protagnismo del escándalo barriobajero... imaginemos, decía, que buscase su reconocimiento impregnando cada presentación de su obra de una pincelada erótico-sensual, es decir, que fuese una forma habitual de proceder, un toque de atención a la falsa moral, al prejuicio, a golpear conciencias.

    Imaginemos también que no fuese una escritora que ni chicha ni limonada, sino que de gran calado, pero eso a ella no le importase tanto como esa manera suya de proceder. Imaginemos también que su figura, en vez de ser el canon del tonel, fuese realmente la de una venus frente a un espejo. Los denudos de Botero dicen que es arte.

    Decía, si todo eso se diera en Lucía E., estoy segura de que las críticas no serían tan destructivas, incluida la mía, es más, en mí tendría a una total defensora de su desnudo integral (al margen de que fuese o no una venus).
    Pero ciertamente, no es el caso.

    Gracias por su enjundioso comentario, como siempre.
    Un abrazo.

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