23 de enero de 2013

Blogueguería 129: La señal

Una canción dice algo así como siempre tuve más amigos de los que pude contar. Sé que hay varios malheridos que esperan una señal... Nunca he contado a mis amigos, en verdad no sé cuántos tengo, porque entre otras cosas los amigos no se cuentan, se tienen o no se tienen, y sobre todo, se viven.
Cuando alguien nuevo surge en nuestra vida, no sabemos el calado que va a tener en ella, si será un nombre y una cara que se olvidará en el grueso de los años o nos acompañará siempre, esté donde esté. Esa coincidencia con una vida nueva que va posicionándose en la nuestra de manera significativa es uno de esos recuerdos que atesoramos.
Me desconciertan esas categóricas afirmaciones de muchos que me rodean y que afirman que, a ciertas edades, el círculo de amigos ya está cerrado. Pereza, le oí un día decir a Jota. Esa era la palabra que definía esa cerrazón. El hermetismo es una triste y paupérrima manera de envejecer, he creído siempre. Hoy me ratifico más en mi credo.
Y ciertamente, no vas a ir por ahí contando tus miserias ni dándote a la primera de cambio a todos los que se cruzan en el camino, ¡qué pereza!, pero no somos pocos los que apostamos  por lo perdurable en donde se aferran los afectos, y en lo perdurable suele estar la autenticidad, y esa autenticidad nos gusta que sea el sello en nuestras relaciones, porque fuera de lo auténtico no hay valores que se sostengan. Ninguna mentira se sostiene en el tiempo si no es por la impostura de quien se empeña en vivir en ella.
Los hay que generan un rechazo de entrada, y por mucho que se empeñen o nos empeñemos, un escudo invisible pero perfectamente sensible será insalvable. Aunque todo comienzo de amistad siempre es bonito, y tan solo por eso ya merece dejarlo nacer, aunque sepamos que no irá mas alla de la punta de la nariz.

Estamos muy necesitados de cosas bonitas, realmente bonitas, como la sonrisa de Sara; de sensaciones agradables, como la placidez de compartir el silencio sin alterarlo ni sentirnos incómodos; de novedades: caras nuevas, voces nuevas, ilusiones nuevas, una nueva canción o la de siempre cantada en otra voz. Las amistades nuevas son un poco como las ciudades que visitas por primera vez.
Nunca tuve más amigos que quienes aceptaron la reciprocidad de mi amistad (no sé si existe la amistad unilateral, si se da, tiene que ser verdaderamente frustrante y agotadora), y nunca fueron muchos, porque los amigos necesitan su tiempo; uno más concreto, el aquí y ahora; otro más impreciso, más Tiempo medido en vida, en experiencia, en el largo plazo de lo verdadero, en el fraguado de todo aquello que empezó siendo nada. Y claro que hay alguno mal herido, que espera una señal, y el Tiempo siempre se encarga de volver a dar esa oportunidad para  resarcir el daño.

5 comentarios:

  1. Simplemente me ha encantado, espero que seamos amigas, más allá de la nariz.
    Make

    ResponderEliminar
  2. Make, solo por estos comentarios lo seremos mucho más allá del horizonte plano de La Mancha :)
    Muchas gracias.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. La Amistad, lo mismo que el Amor, pertenece a esas categorías que hacen que el ser humano se acerque a los dioses, a la divinidad. Creo que es en la adolescencia donde se viven con profundidad, con entusiasmo delirante, los momentos de la Amistad. Quizá sea por eso mismo por lo que algunas amistades de la adolescencia permanecen durante toda la vida. En épocas posteriores, creo que la amistad es una confluencia de intereses.

    Y ahora una pregunta: Cree Vd, amiga Carmen, que entre un hombre y una mujer puede existir una amistad pura, sin que esté viciada por un deseo inconsciente de conquista o posesión?.

    Le envío un afectuoso saludo, amiga mía Carmen.

    Antonio

    ResponderEliminar
  4. Me corrijo a mí mismo. Debe ser: ¿Cree Vd......

    ResponderEliminar
  5. Estimado don Antonio, si yo fuese hombre, le diría que lo pongo en duda, usted ya sabe, los hombres somos como somos. Pero soy una mujer, y afirmo categóricamente que entre un hombre y una mujer puede existir una relación de amistad sin que esté viciada consciente ni inconscientemente por un deseo de conquista o posesión.

    Como digo en mi escrito, no son muchos mis verdaderos amigos, tampoco me he parado a contarlos, ni lo haré, no sea que siembre inútilmente un sentimiento de duda o sospecha de lo contrario al ir enumerando uno a uno. A los amigos los siento como tal, y entre ellos hay hombres, sí, cómo no. Y afirmo más: es precisamente ese juego y esa complicidad que pueda generarse al respecto lo que la hace más divertida y cómplice que con alguien de mi sexo, sin por ello traspasar esos límites que nos convertirían en otra cosa que ninguno de los dos desearía realmente.

    No sé si con esto satisfago la curiosidad de su pregunta, y queda clara cual es mi postura; soy una mujer, pero ante todo un ser humano que se relaciona.

    Un saludo.

    ResponderEliminar