26 de marzo de 2013

Blogueguería 147: Y esta primavera que no llega...

Pinta invierno. Mal tiempo para la bipolaridad, se reagudizan los extremos emocionales. Empieza a afectar eso de asomar el morro por la puerta de la cochera y encontrarse de nuevo con la lluvia dispuesta a calar el ánimo. Ya va tocando, se añora, el calorcito en la espalda, ese que se agradece como un relajante masaje cuando asoma el tibio sol primaveral sin la insidia de la horizontalidad verticalidad del verano. Se resiste, pareciera que esta primavera solo asomó las narices y se largó diciendo hasta más ver. Vendrá luego que para qué las prisas, eclosionando y esparciendo todos sus pólenes a un tiempo, tiñendo los campos del rojo amapola entre el verde amarillento, tonalidad  que me recuerda La vigne rouge de Van Gogh, antes de que el prisoso estío lo convierta todo en los campos de Machado.


La exaltación de la primavera agota los sentidos, también es cierto, pero desenvolverse permanentemente en la grisura pesa en los zapatos, y en los párpados, como parece pesar la niebla cuando se aferra al asfalto. Los grises no quieren dejar paso a los tonos pastel, a los celestes y los pistachos. El gris en la ropa y en las caras, en ese gesto contraído y contrariado por ese frío que no se termina de ir de la epidermis. 

Eso pensaba hace un rato, en esas caras de invierno, de ceño fruncido y pálidas mejillas, cuando me he cruzado en la General Aguilera con Morote Esquivel, ese escritor de aquí, eslogan que rezaba en un cartel con sus libros, que coloca en el suelo, al lado de su mochila. A veces él también se sienta, o permanece en pie a escasos metros de ellos, custodiando y a la espera de algún transeúnte interesado. Le han crecido; antes solo tenía dos, ahora creo haber contado cinco. Ignoro quien le edita, él los vende en la calle. Hoy tenía otro eslogan: No se admiten consejos, sé equivocarme yo solo. Tiene cara de pocos amigos, de retorcido invierno, Morote Esquivel, tal vez es un gesto fingido y el tipo es enrollado y simpático, o tímido (me gusta la timidez en los hombres), o es su excentricidad de escritor... Será este tiempo, me he dicho. He buscado en Google, claro, no es que no le considere capaz de una frase original, pero esa concretamente no es suya, se atribuye a la actriz mexicana María Félix. Todo está dicho.

Lo cierto es que no me gusta ese gesto de caras invernales, no es de infelicidad, es de crispación. Prefiero vivir infeliz a vivir crispada. Ese gesto acentúa las arrugas del entrecejo, marca dos bien pronunciadas y casi simétricas, y es como si contrajese la cara y la aproximase a un punto medio. Se hunden los labios por la constante contracción, casi desaparece su color y su tersura, se confunden con el resto de la cara y se curvan hacia abajo. No, no quiero caer en ese gesto, prefiero estar desenfocada que contraída, prefiero la infelicidad que me anima a la búsqueda, al anhelo de esta primavera que no llega, pero llegará...

1 comentario:

  1. Hay algo deprimente en el ambiente, no lo sé.. Un exceso de bajas presiones, o algo... A mi último post me remito.

    ResponderEliminar