12 de abril de 2013

Blogueguería 155: Asimetría de un retrato

No soy yo, Dorian,
quien envejece,
tú conoces bien nuestro secreto.

Sonríes divertido
en el regocijo del espejismo
de la eternidad de las rosas,
mientras el Tiempo
ahonda en mis surcos,
lacerante.

Pero tú y yo sabemos
que lo tuyo es más terrible,
por eso te asomas a mi transparencia
como a un abismo.

Cada mañana,
cuando me miras,
ves la carne que se escurre de su esqueleto,
y te alegras de no ser tú.

Y cada mañana,
cuando te miro,
veo la vida transfigurada en un lamento,
y tengo la certeza de que eres tú.

Cada instante en mí
es el Tiempo. Solo Tiempo.
Cada instante en ti
es la vida. Humo.

Yo envejezco,
tú, sin embargo, desapareces
antes que el polvo de tus huesos.

A pesar de todo,
tu sonrisa sigue siendo impúdica,
porque sabes que cada mañana
soy testigo de tu transfiguración.

Y no me canso de mirarte.


(Apuntes de una poetisa mediocre. Carmen López)

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