10 de abril de 2013

Blogueguería 154: Recortes y amenazas

Apenas hace tres años, a los coordinadores del centro de salud, se nos presentaba un proyecto de construcción de un nuevo edificio. El antiguo (en el que hoy seguimos trabajando) está ubicado en el margen de un río. La humedad corroe las paredes. En épocas de lluvia, las goteras forman cortinas de agua en los baldosines de la consulta de enfermería y el agua emana entre las plaquetas del suelo de la zona de descanso. Era un viejo edificio del ayuntamiento, que siempre fue la casa del médico. Con el INSALUD, los ayuntamientos cedieron las antiguas casas de médicos, o nuevos terrenos en donde ubicar esos nuevos centros, más modernos, más integrales: consultas, sala de observación, salas de fisioterapia, odontología, bibliotecas, salones de actos para sesiones clínicas, almacenes para material, zona de urgencias, zona privada... Ni el Palacio de la Zarzuela.
 
Y con el SESCAM llegó el desmadre. Hace tan solo tres años, se iba a construir, en una zona de 1.200 habitantes, un centro de 1.000 m cuadrados, que no solo tenía que dotarse de mobiliario y aparataje, sino mantenerse. Expusimos nuestras impresiones: No necesitábamos tantas salas, ni tantos espacios, ni tantos pasillos, ni tanta zona de aparcamiento, ni tanto almacén...  Aquello solo nos traería mayor gasto en luz, calefacción y también más suciedad. Queríamos adecuar nuestras necesidades reales a un proyecto que respondiese a ellas, no a un macroproyecto ideado sin tener en cuanta las características de la población. "Por favor, son los proyectos aprobados por los técnicos* de Toledo, todos los centros son así, se dé cobertura a la población que se dé... ¡Café para todos!", nos vinieron a decir.  Nos encogimos de hombros y acatamos.
 
*Técnicos: Dícese de esos señores, cargos políticos en su mayoría, que toman sesudas decisiones ajenas a la realidad y que en la práctica son inviables, absurdas e incoherentes.
 
Se construyeron cientos como ese, era "el proyecto marco de arquitectura". A mayor faraonismo, mejores oportunidades de reparto. El proyecto salía a concurso, y lo adquiría la empresa TAL, que había concursado por 200 millones de las antiguas pesetas, por ejemplo. La administración pública pagaba a la constructora TAL. La constructora TAL subrogaba el contrato a la constructora CUAL, ahora por 120 millones de las antiguas pesetas. 80 millones de beneficios sin haber puesto ni un ladrillo. Y no hay dos sin tres; la constructora CUAL, amparándose en esa ley de hasta un máximo de tres subrogaciones (actualmente modificada, si no me equivoco, para evitar estas mamandurrias), volvía a subrogar el proyecto a una tercera por 90 millones de las antiguas pesetas. 30 millones de beneficios para la CUAL sin haber puesto tampoco ni un ladrillo. Sumemos para no perdernos: 110 millones de dinero público en bolsillos privados sin haber puesto ni un ladrillo.
 
Resultado: Un proyecto inicial que partía de un presupuesto de 200 millones de las antiguas pesetas, se construye con un presupuesto de 90 millones, y como la empresa definitiva algo tiene que ganarse, escatima en calidad de materiales, en las finezas, etc, etc... Al cabo de cuatro años, el nuevo centro se cae a cachos: goteras, alicatados que se desmoronan, pilares que ceden.
 
Es lo expuesto un claro ejemplo del despilfarro y las desfachateces políticas de los unos.
 
Luego llegó la crisis... y los otros también. Y se aplazó el proyecto. Actualmente, no solo no hay proyecto, peligra la Atención Continuada en esta zona envejecida y perdida entre los montes. Planea sobre nosotros la amenaza de cerrar nuestro punto de urgencias porque nuestra prestación  sanitaria no es rentable. Es el ambicioso (dicen) y agresivo proyecto con el que la Consejería de Sanidad quiere resarcirse tras el varapalo de los jueces a sus planes de cierre de los PAC. Tan poco viejo no merece atención las 24 horas, total, tiene un punto de urgencias a la vuelta de la esquina, a 100 km, y si el anciano enferma, siempre podrá coger su coche en un instante y plantarse allí en un pispas, o marcar el número de teléfono de urgencias (a saber si recuerda, a saber si atina, a saber si encuentra las gafas), y se le envía un helicóptero de los que dice Echániz que andará ojo avizor en mitad de la noche, o salir a la calle con su pijama reflectante y mover los brazos en forma de SOS.
 
Y esto es lo que hay y ha habido siempre: Un empeño en hacer inviable la atención sanitaria, con actuaciones basadas únicamente en intereses políticos. Actualmente, además se une un enérgico empeño en desmantelar un sistema justo, humanamente justo, porque la salud es un derecho de todos. Una sociedad enferma es una sociedad débil, manejable, dependiente y sumisa.
 
De Educación, ni hablamos...

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