5 de mayo de 2013

Blogueguería 161: Ingenuidad

Me atrevo a decir que la ingenuidad es la virtud de los grandes hombres y de las grandes mujeres. La ingenuidad propia de una inocencia que genera un pensamiento libre. El ingenuo cree y confía en lo que cree. No hay un proyecto vital en torno a ello, simplemente ama esa idea, se ilusiona con ella, no se deja contaminar por lo que le rodea, o escapa de esa contaminación.

La ingenuidad es un arma poderosa, con su doble filo, y, como todas las armas poderosas, puede volverse contra ti. Puede uno convertirse en un ingenuo desesperanzado, pero nunca caer en el descreimiento, porque el ingenuo goza de una cualidad que no tiene el descreído: el descreimiento es producto de la decepción o de la frustración, es una pérdida de fe, no me atrevo a decir que irreparable... Siempre queda una esperanza. 

La ingenuidad surge desde la más vital de las capacidades humanas: la libertad. Su etimología  no deja lugar a la duda: 
Ingenuo, del vocablo latín ingenuus, nacido libre, natural, puro, no alterado.

Tal vez estamos faltos de ingenuos, tal vez la ingenuidad va cobrando un valor al alza en medio de esta descreída sociedad, tal vez son esos libres, puros, no alterados, nobles, quienes con su ingenuo pensamiento y su ingenua lucha devuelvan la esperanza a tanta contaminación vital.




No hay comentarios:

Publicar un comentario