13 de septiembre de 2013

Blogueguería 204: La reinvención empieza con una tostada de aceite

No me pregunten dónde lo leí, porque no recuerdo ni lo que he desayunado esta mañana, el caso es que la cosa iba de eso, de desayunos... Bueno, a decir verdad, era más profundo, iba de reinventar(se). Decía el titular: Reinvente su desayuno. Y parece cuestión baladí, pero no lo es. 

Esa enérgica invitación acompañada de uno de esos vocablos alentadores: reinventarse, reconstruirse, reencontrarse, recomponerse... Reinventémonos desde primeras horas de la mañana, rompamos la rutina del café con leche y cinco galletas TostaRica, demos un vuelco a la inercia con unos huevos rotos con jamón de Guijuelo, con una tostada de aceite de Benalúa con finísimas hojas de bacalao aromatizado con eneldo. El caso es que salga usted de su rutina, dé un salto enérgico, deje la pereza entre las arrugas de las sábanas. Tómese su tiempo, ahí está el quid de la cuestión: las prisas. Hay otro quid: qué poquito dedicamos a nuestro propio mimo. ¡Mímese! 

Reinvéntese después en la oficina, salude al tocacojones de todos los días, derroche energía positiva, déjelo al menos cuestionándose que a qué viene esa simpatía. ¿Adónde va con esa cara de bulldog de lunes a viernes y algún domingo de guardar? Me da en la nariz que la reinvención tiene que estar muy relacionada con el cambio de actitud. Algo de eso hay. Pero sigamos. Consulte su lista de whasapp... Desbloquee a ese amigo, hombre, tampoco sería para tanto. Envíe un mensaje a ese otro que hace tanto que no ve, haga una llamadita a ser posible, la amistad es algo más que saber que se está, es presencia de vez en cuando, es roce, es reinventarla (ya que estamos). Reinventarse juntos tiene que ser también una maravillosa experiencia.

¿Y en la comida? La comida da mucho juego para reinventarse. ¿De restaurante? ¿En casa? ¿Solo? ¿En familia? ¿Acompañado de alguien especial? Coma bien... Insisto, coma bien, no mucho. Leía ayer a Virgina Woolf (qué obsesión la de la Woolf con la comida), y hacía esta afirmación: "Una buena comida es muy importante para una buena conversación. No se puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si se ha comido mal". Reinventemos ese silencio en el que el tintineo de los cubiertos sobre los platos se convierte en la banda sonora del medio día. Dele alegría a tu mesa, reinvente ese sándwich frío de pechuga de pavo con huevo cocido y lechuga en un apetitoso plato que le dé energía, (y no estoy hablando de calorías). Las mejores conversaciones fluyen sobre la mesa. Las peores también, dicho sea de paso.

Y sigamos reinventando la tarde. Pasee, acompáñese de una buena lectura, vaya a un lugar nuevo, cambie de banco en el parque, ¿a qué viene eso de sentarse siempre en el primero del segundo paseo a la derecha? Busque otra perspectiva, otro ángulo por donde se cuele la brisa... hasta el mismo poema leído ayer le parecerá reinventado. Enajénese de luz, de color... Deje que sean sus pasos quien le lleven aquí o allá.

Y al fin la noche. Reinvente su cena, ponga música que invada los rincones. ¿Ha probado a cenar con música en lugar de la televisión? Pruebe. Reinvente su manera de irse a la cama, cambie el beso por el abrazo o viceversa, o haga las dos cosas... ¿Cómo, nunca abraza ni besa a los que están con usted cuando se va a dormir? Mal, muy mal, eso hay que reinventarlo... Ah, que está solo... Reinvente la soledad, ella también da compañía, dice Bernardo Bertolucci.

Y ahora que ya ha reinventado, o al menos lo ha intentado, su día entero, reinvente sus sueños... En realidad, no sé si sirve para algo, pero qué bonita es la palabra reinventar, mucho más si se convierte en reflexivo. 

2 comentarios:

  1. Qué pereza. Si me reinvento continuamente, perderé el gusto de hacerlo de vez en cuando (que es lo realmente apasionante).

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  2. Estoy contigo, la reinvención es el último recurso, lo importante es encontrarle sentido a la vida ( o aprender a vivir en el sinsentido de esta) tal y como uno es.

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