23 de septiembre de 2013

Blogueguería 210: Silencio

Se aproximó hasta la orilla
y pidió al mar
que si podía cesar el rumor de su oleaje,
y este le respondió
con un airado golpe de sus olas
contra las impasibles rocas.

Entonces se dirigió al viento,
y le pidió que parase,
pero este, impetuoso, se negó a detenerse,
y silbando entre los aleros,
hizo crepitar al unísono las moribundas hojas
de los viejos árboles de la alameda.

No cejó en su empeño
de encontrar silencio,
entonces llegó hasta la lluvia.
Detén tu cadencia, ordenó.
Entonces esta frunció el ceño,
dio un latigazo de luz
y lanzó un rugido en mitad del cielo.

Se sentó en el suelo,
abatida,
decidida a renunciar a tal anhelo...
Y fue entonces cuando pareció sentirlo
así, como por dentro,
el silencio que estaba buscando,
aún en medio del rumor de las olas,
y del airado viento,
y del estrépito de la tormenta...
Un silencio que le calaba los huesos,
algo así como un plácido abandono,
esa paz que solo es capaz de sentir
quien alguna vez se sintió vencido.

2 comentarios:

  1. Qué espléndido poema, Carmen. Ese final, como un estrujón directo al corazón (bajo los ojos y así me veo: la camiseta empapada de sangre).
    Ha sido mi última lectura del día. Espero ser pronto vencida... por el sueño. GRACIAS.

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  2. Gracias a ti, Leonor, por leer y por expresar.
    Abrazos

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