24 de abril de 2014

Poema a una amapola

Me conmueve tu soledad y tu pequeñez,
pero más aún tu empeño de nacer donde no debes.
Tu frágil presencia, el viento que te agita
y tus trémulos pétalos,
como un grito que se ahoga, son de nuevo tu reclamo.

Ah, el tiempo que nos pasa
ajeno al dolor de su destrozo,
ahora es el viento y, tal vez, más tarde
la lluvia calará tus huesos,
al fin te envolverá la muda sombra de la noche.
Mas también nos pasa ajeno a este hermoso instante
en el que de nuevo te encuentro, resistente y bella,
sin que nada ya traigas contigo
salvo tu sola presencia que es mi presencia y mi memoria.

Mañana será el sol quien con su insidia
arrebatará el rojo a tus mejillas,
y lenta, morirás de nuevo.
Pero tú, obstinada, volverás a nacer
a pie de carretera, orgullosa y sola.



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