21 de septiembre de 2014

Certámenes

Está bien airear los éxitos: reconocimientos, premios, número ediciones de una novela. También los fracasos, esos sentires escritos que nunca llegarán a ningún sitio, salvo a una entrada de blog o a una carpeta con hojas de Word en donde ir vertiendo palabras. 
Hace tiempo dije que había presentado unos poemas a un certamen. Tras recibir un correo dando las gracias por la participación y el nivel "medio alto" (sic) de todos los trabajos presentados, me comunicaban que el mío no estaba entre los premiados, invitándome amablemente a participar de nuevo en la próxima convocatoria.
Dejo aquí uno de aquellos poemas, ya escrito en 2012, en el que varié algún que otro verso, perteneciente a un bloque de cinco titulado Extimidad.

Bosquejo de una mirada

Mírame de soslayo,
con disimulo,
como si no quisieras verme,
pero no me pierdas de vista.

Mírame,
con el ceño  fruncido,
airado.
Mírame sin compasión.

Mírame con desconfianza,
esquivo, 
huidizo, 
como un animal al acecho de su presa.

Mírame con despecho,
como una traición.
O mírame con piedad,
perdonándome la vida.

Mírame
con los ojos cerrados
con la intensidad
de un íntimo pensamiento.

No dejes de mirarme,
como una puñalada tu mirada
pero así, de frente,
nunca por mi espalda,
como una traición.



No hay comentarios:

Publicar un comentario