En un artículo fechado para La Dépêche, Chaves Nogales escribiría:
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA LLEGA A SU FIN
27 de mayo de 1937
El fin de la guerra ya ha comenzado. Esto no significa que las hostilidades vayan a parar de un momento a otro. Al contrario, estoy convencido de que en las próximas semanas se producirá un recrudecimiento de la lucha y las batallas serán más encarnizadas y feroces que nunca. Pero la guerra civil en España virtualmente ha acabado.
¿Cómo? ¿Por qué?
Por culpa de la derrota ya visible de los dos ejércitos combatientes.
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No pondremos en duda que Chaves Nogales fue un destacado periodista. Podríamos afirmar que habría sido un hombre relevante en el panorama cultural, intelectual de la época. Como visionario no se hubiese comido un colín. Meses después, en octubre, seguía insistiendo en el fin de la guerra, pero la guerra, "las bárbaras y primitivas contiendas interiores de un país tan atrasado políticamente como Albania", que calificaría la prensa londinense en agosto del 36, llegó a su fin el 1 de abril de 1939, en un último parte de guerra en el que el dictador Francisco Franco proclamaba la victoria. No hubo pacto, hubo rendición, y como tal se trató a los vencidos, y como vencedores ostentaron el poder quienes impusieron su supremacía militar.
A partir de ahí, la historia de España empezó a escribirse de la manera que conocemos, y dejó de escribirse como debió haberse escrito; este país perdió la oportunidad de la democracia, de la alternancia política e ideológica en los gobiernos elegidos líbremente por el pueblo, retrocedió en derechos, en valores que impulsan a las sociedades, en cultura... un estrepitoso naufragio intelectual que diría el propio Chaves al referirse a sus colaboradores en el periódico: Unamuno, Baroja, Azorín... Los juicios de la historia señalan a unos con el dedo, a otros los absuelve, otros llevarán siempre el estigma de haber sido intelectuales, representantes del arte y de la cultura de la época de la dictadura.
¿Qué sería del panorama cultural en este país sin aquella criba de intelectuales, sin aquella obligación a posicionarse como Unamuno, o a inhibirse como Baroja, o a estar bajo sospecha como Azorín? ¿Cuántos eternos enfrentamientos propios de países como Albania nos hubiesemos ahorrado en la ya restablecida democracia si aquel absurdo dualismo se hubiese abortado y devuelto la supremacia al pueblo? Nunca lo sabremos, ignoro donde estaba ese espíritu, que hizo posible una transición ejemplar, allá por el 36, pero lo que sí me atrevo a asegurar es que lo que distingue a unas sociedades de otras son los planteamientos comunes, una sociedad que avanza en bloque hacia unos objetivos: conquista de derechos, cultura, bienestar... cuyos cerebros más destacados e intelectuales más relevantes contribuyen también a generar ese tipo de riqueza al margen de lo económico que nos convierte en sociedad avanzada, refinada, con perspectiva, sin más traumas ni más luchas que la conquista de la libertad, y por qué no decirlo, de la felicidad.
Que nos convirtiesen en enemigos los unos de los otros es un lastre que hay que soltar... Llevamos ya medio siglo de retraso.
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