3 de noviembre de 2012

Blogueguería 107: Responsabilidades y tragedias

Pocos días después de la muerte de mi hermano Javier, mi hermana subía al autobús que la llevaba de vuelta a Madrid, tras asistir al entierro de su hermano querido. Acomodada ya en su asiento, escuchó una breve conversación entre dos hombres que viajaban hacia su mismo u otro destino intermedio. La conversación versaba sobre la tragedia ocurrida, la muerte de mi hermano, pero en estos términos: "¿Te has enterado del fracaso de "los carboneros" (con ese apodo se conocía a los empresarios para los que trabajaba)?" El otro asintió, y añadió algo así como: "Como esa gente busque un buen abogado, los van a dejar en la ruina". La conversación siguió por ese mismo cauce: la imprudencia del empresario y lo que a su bolsillo podía costarle. Posiblemente ninguno de los dos sabía que mi hermano dejaba viuda de 23 años, un hijo en camino, una vida recién estrenada con apenas meses de recién casado, unos padres a los que era el segundo hijo que el infortunio arrebataba... Mi hermana escuchaba aquello con el ansia que solo es capaz de traducirse en silenciosas lágrimas.

Tras aquella especulación de responsabilidades y supuestas ruinas económicas existía la vida segada de un hombre joven y la tragedia  de varias familias que parecía importar poco, a decir verdad se convirtió en secundario, siendo la mayor curiosidad de quienes se acercaban por allí el saber cuánto se le había pagado a la viuda por su dolor. Esa mezquindad tan propia de ciertas calañas.
 
Rescato este recuerdo personal para aludir a todo este aluvión de opiniones sobre las responsabilidades de la tragedia de Madrid Arena. Y la tragedia de Madrid Arenas no es otra de la de cuatro jóvenes muertas y sus cuatro familias, todo lo de más es secundario. La solidaridad empieza ahí, con el dolor de las familias, a ellas nadie podrá devolverles a sus hijas, aunque los seguros de la empresa responsable paguen millones por cada una de ellas. Es indiferente que se rice el rizo aludiendo al amiguismo del vicealcalde con algún miembro de la empresa contratante, es indiferente ya que se hable de si había o no había suficientes guardas de seguridad, de si se colaron o no menores en el recinto -la última víctima, aunque fuese la única, es prueba de que así fue-, de la irresponsabilidad de tirar en un lugar abarrotado una bengala o un petardo, incluso es indiferente e inútil a estas alturas, el eterno debate de las drogas y su mezcla con el alcohol y de esos macrofiestorro que nos convierten en despojillos humanos al borde del arrastre. Cuando acontece una tragedia de semajante magnitud, ya se encargan las instituciones pertinentes de aclarar los hechos; y la Justicia, de dictar sentencias. El resto de los ciudadanos deberíamos solidarizarnos con lo realmente importante: el dolor... Incluso servirnos como toque de atención de cara a nuestros hijos y a la responsabilidad de cada uno de ellos cuando asisten a este tipo de eventos tan de moda. Aprender de esos errores que tan caros cuestan, tanto como lo impagable de una vida que se pierde. No lo politicemos, solo nos faltaba ya eso.

Detrás de todas las medidas a posteriori que el Ayuntamiento de Madrid ha decidido poner en marcha, de todas las explicaciones hasta la saciedad de cómo se hicieron efectivas las actuaciones competentes tanto del ayuntamiento como de la empresa  organizadora antes, durante y después del evento, que continuó, a pesar de la tragedia, hasta pasadas las seis de la mañana, y de la opinión de los ciudadanos, quedará la verdadera tragedia:  la de la familia de Katia Esteban Casielles, la familia de Rocío Oña, la familia de Cristina Arce y la familia de la menor Belén Langdong.

2 comentarios:

  1. Estoy plenamente contigo Carmen, lo único importante son las víctimas y sus familias, el consuelo, el cuidado de estas personas debe ser lo primero, el resto, nunca los va a ayudar, pero habrá tiempo para todo, pero lo principal es la atención de las familias de las fallecidas. Una oración por estas cuatro jovencitas y sus familias. Un abrazo

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  2. Carmen,
    Totalmente estoy de acuerdo contigo. La tragedia de perder un hijo/hija no se puede mitigar por el dinero; no importo la cantidad. Es una pesadilla de todos padres.
    Saludos.

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