20 de diciembre de 2012

Blogueguería 118: Diario

El 10 de julio de este 2012 que concluye, decidí comenzar a escribir un diario. En ese primer día puse fecha para terminarlo, el 31 de diciembre de 2012. A once días de la fecha límite, aquel proyecto ha quedado reducido a un cúmulo de impresiones, reflexiones y demás pajas mentales de días sueltos. Nunca verá la luz como obra literaria, un retal más. He decidido traer aquí algunos de esos días sueltos y lo que dieron de sí. Este es el rincón de mis palabras, lo será siempre.


11 de julio de 2012, miércoles por la tarde

Supongo que es inevitable
Me conecto a Facebook, esa enorme colmena en donde entramos y salimos y depositamos nuestros néctares, a veces envenenados, y el estado de Antonio Jiménez Paz es el siguiente:

“El propietario de un bar de la capital tinerfeña pide a sus clientes abstenerse de hablar de la situación económica. (El Día)
El propietario del bar ha escrito en la pizarra, donde solía poner el menú del día, la siguiente advertencia: "SE RUEGA NO HABLAR DE CRISIS EN ESTE LOCAL POR FAVOR: GRACIAS: BUEN PROVECHO" (sic)

Qué hartura de puta crisis. El sábado noche, mi amiga Teresa también imploró un ¡No, por favor!, cuando una trivial conversación derivó en la puta crisis. El gobierno de Rajoy asestaba esta mañana otro nuevo golpe al ciudadano medio y al desprotegido. Pagaremos, entre todos, los desvaríos faraónicos y malas gestiones públicas de nuestros políticos. Mientras tanto, ningún castigo ejemplar a los causantes de todo esto, salvo seguir intimidando a los funcionarios públicos e incentivando el despido con los abaratamientos por ídem. Ni atisbo de movimiento económico, mucho menos laboral. Mientras tanto, los fuertes de la zona euro nos siguen chupando la sangre.

 Supongo que es inevitable hablar de la puta crisis, esa que nos está devolviendo a principios de los setenta, a sueldos irrisorios, horarios de esclavos, un paro brutal y el encarecimiento de los productos básicos. La amenaza de la privatización de la Sanidad y la desestructuración de la Enseñanza Pública hasta convertirla en inviable o inaccesible son los objetivos claves para hundir ambos pilares de una sociedad democrática, justa y de igualdad de oportunidades, la crisis es el achaque de lo que ya planeaba en la era Aznar.
Tengo la extraña sensación de haber perdido una batalla en la que el derrotado no soy yo, sino mis hijos y los hijos de mis hijos, a los que entrego en oblación sin atisbo de misericordia. Los veo caer abatidos, y siento que me arrancan las entrañas. Algo así es este sentimiento de pérdida, de incertidumbre para quienes vendrán detrás, para nosotros mismos. ¿Sobreviviremos? Sí, y seguramente no será tanta la catástrofe, pero hoy soy incapaz de ver más allá de la sombra de aquel seto.

Me siento un títere a merced de este terrorismo de Estado, porque es eso lo que se practica contra los ciudadanos, en el fondo y en las formas, un sutil terrorismo de Estado impropio de un país democrático y avanzado. ¿Lo hemos sido alguna vez? Respiro miedo. ¡Qué arma esa, el miedo!

 

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