3 de enero de 2013

Blogueguería 121: Una proposición

Permanecer más del tiempo debido en el dolor nos encoge.
A veces, la vida se presenta un poco así, como un fino dolor que se empeña en permanecer y en doblegarnos, y que de alguna manera nos vuelve un poco oscuros, como una  intensa cefalea a la que la rutilante luz y el bullicio de la vida agravan el pulsatil martilleo en la sien. Así es el dolor vital, una cefalea que nos arrastra a la oscuridad y al silencio mientras el resto de la vida fluye y se escapa frente a nuestras propias narices.
 
He admirado siempre a aquellos a quienes los sinsabores de la vida no logró doblegar, tal vez he tenido la gran suerte de coincidir con muchos de ellos y valorar la enorme calidad de vida que les daba su sabia actitud. Me viene ahora a la memoria la tía Pola, así era conocida por todos en el pueblo en el que vivió. La tía Pola fue presa política tras la Guerra Civil. Pasó toda su juventud en la cárcel, fue humillada, rapada, violada y amenazada de muerte cientos de veces. Entre tanto que me contaron de ella, nadie me dijo cómo se libró de aquello. Cómo logró sobrevivir lo intuí a medida que la fui conociendo. Tras aquellos años de cárcel, en la que se la trató peor que a un animal, siguió viviendo entre los vencedores y alguno de sus carceleros. La dictadura fue dura para todos, no solo por la dictadura, también por las secuelas de aquella guerra. Para las vencidas como ella fue doblemente dura, por mujer y por vencida. Pero tuvo marido, tuvo hijos y vivió casi 90 años. No había en ella secuelas de aquello, era corajuda, con un sentido del humor envidiable y su pequeño cuerpo irradiaba vitalidad.
 
Tal vez el secreto está en plantearse cada día como un volver a empezar, plantearse el dolor como el de esas rupturas con alguien a quien hemos amado y un día solo nos queda las huellas de su presencia y una historia, que no fue, flotando en el aire. Un dolor necesario pero pasajero, por que a la vuelta de dos amaneceres, alguien nos sonríe desde la mesa opuesta en un café, y de repente es otra vez eso: volver a empezar, a ilusionarse, a proyectar una nueva historia, una nueva vida, una mirada límpida  sobre lo que nos rodea y el hormigueo de la emoción de la vida en el estómago. Y el humor, saber reír, reirse, empezando por uno mismo, es de vital importancia para comprender esta tragicomedia que es la vida.
 
No recuerdo dónde leía ayer una de esas frases en las que reparo y leo un par de veces, por si viene al caso recordar, y que luego nunca recuerdo, pero venía a decir algo así como que el futuro termina siendo siempre presente, y es ahí en donde permanecemos, estamos, en ese futuro devenido a presente. Me propongo hacer de él cuando menos una ilusión, el colmo ya sería llegar a sentir aquellas mariposas en el estómago. Quién sabe...

3 comentarios:

  1. ¿Por qué estás siempre tan amargada?

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  2. Te contesto a lo gallego: ¿Y tú por qué tan "oculto"?

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  3. El otro día pensé, en la ducha, la siguiente chorrada:

    Las plantas necesitan la luz para vivir; los hombres las ilusiones.

    ¿Mariposas? jaja

    :P

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