Todo era,
la ciudad,
el salón,
el agua del río,
el amanecer,
cuando yo era
en ti.
Todo estaba,
nuestros hijos,
nuestra sombra en el porche,
nuestra butaca en el cine,
nuestro banco en el parque,
cuando yo estaba
en ti.
Todo sentía,
la brisa de abril,
el algodón de tus labios,
el sueño de las noches de verano,
la piel desnuda
cuando yo sentía
en ti.
Todo creía,
que hay luz en la sombra,
calor en la escarcha,
esperanza en la catástrofe,
belleza en el dolor
cuando yo creía
en ti.
Me ha gustado esta osadía.
ResponderEliminarEl otro día puse en mi novela en ciernes:
Querer es creer.
Sí, quienes creen y apuestan por nosotors tal y como somos es que nos quieren.
ResponderEliminarNo hay forma de querer más pura y gratuita.
ResponderEliminarMuy bueno.
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