21 de agosto de 2013

Blogueguería 192: ¡Indignaos!

Su nombre era Moritz Erhardt, tenía veintiún años y era un becario alemán. Murió tras un ataque de epilepsia provocado por una jornada de interminable trabajo en una entidad bancaria, concretamente tres días de trabajo imparable, salvo para comer o ducharse. Un joven alemán... Podría llamarse Pedro, y ser un joven español, nuestro amigo Pedro, nuestro primo Pedro, nuestro hermano Pedro, nuestro hijo Pedro, que marchó a Londres, becado, para labrarse un currículo brillante, además de perfeccionar su inglés.

Cómo viste eso de trabajar en el extranjero... Vestía, miren, hace unos diez o quince años, veinte si me apuran... Cuando te contrataba una multinacional y uno dejaba su país por otro extranjero porque la remuneración económica era casi el triple que lo que pudiese ofrecer una empresa española. Aquello era una mejora de contrato, una decisión personal, no unas circunstancias que obligan... Ahora las circunstancias obligan y los tiburones se frotan las manos... Carne fresca e inexperta, con ganas de comerse el mundo. Y la desesperación. Pero a nuestros jóvenes no se les permite entrar en la élite, ni siquiera en esas empresas de caché y renombre, ellos son "becarios", aprendices... Eso implica, entre otras cosas, ser un mal pagado. Caray, chaval, te estoy enseñando, estás en una entidad de prestigio, el Banco TAL o el periódico CUAL, y para los siglos de los siglos constará en tu currículo. Has de ser agradecido. También implica dejarse la piel, dar el 200%... Chico, si eres eficiente, además de ver, oír y callar, TAL VEZ  TENGAS un puesto asegurado. En la calle hay otra remesa esperando las misma promesas, las mismas mentiras...


Asistimos al fenómeno de la explotación legal, la esclavitud amparada en las leyes, como siglos atrás, cuando era legal el comercio de esclavos, y las plantaciones de algodón y las cosechas de café se recolectaban por un techo y un plato de comida en horarios de sol a sol. ¿Difieren  SETENTAYDOSHORASDETRABAJOSEGUIDAS de aquella esclavitud que nos parece abominable? ¿Y este silencio? Esta inquietante calma, la aceptación de semejante injusticia... ¿Cuántas saras exinten a las que les han ofrecido un contrato sin condiciones que terminaban siendo condiciones deplorables de inhumanas jornadas de catorce horas por un miserable sueldo que no pagaba ni un alquiler? ¿Cuántos josés, ingenieros químicos en prácticas, a quienes asignan la zona biológica más contaminada sin la protección de mascarillas y batas adecuadas? ¿Cuántas elviras, a las que contratan tres horas por la mañana y tres por la tarde, alta en la Seguridad Social a cuenta del trabajador, seiscientos euros de sueldo y una guardería que le cuesta doscientos para su bebé de seis meses? ¿Para cuándo, el derecho de pernada?

Recordemos aquello: 
Estrategia de la gradualidad o imposición de una serie de condiciones cuya implantación gradual conlleva a una desprotegida sociedad y una alarmante injusticia social. A este orden se llaga paulatinamente mediante bajos salarios, inseguridad en los puestos de trabajo, despidos frecuentes, privatización gradual de servicios básicos etc, etc, que de haberse impuesto de una sola vez hubiesen provocado un estallido social, la revolución.
Las 10 Estrategias de Manipulación Mediática de Noam Chomsky.

¿Dónde están esos inspectores que velen por la seguridad de los trabajadores?¿Dónde los salarios justos? ¿Dónde las ofertas de trabajo transparentes y dignas? ¿Dónde los empresarios que no buscan enriquecerse pronto y sin esfuerzo? ¿Dónde los DERECHOS del trabajador? ¿Dónde esos hombres justos que hagan leyes justas que concilien el trabajo con la VIDA? Y sobre todo, ¿dónde está nuestra voz y nuestra  firme determinación que diga YA BASTA?

2 comentarios:

  1. No hace falta irse al extranjero para vivir esas jornadas interminables. Si te pongo el ejemplo de los periodistas, no acabo. Quien tiene la fortuna de tener trabajo, suele trabajar 10 horas (la jornada establecida es de 7 horas y 15 minutos) sin ver ni un duro por horas extras (tampoco en época de bonanza, que conste) y por 1.000 irrisorios euros. También trabajan fines de semana sin remuneración aparte, por supuesto. Y da las gracias, claro. De los becarios eternos ni hablo, a los que a veces, en una ciudad como Madrid, no se les paga ni el abono transporte ni cotizan a la Seguridad Social.
    Y así en todos los sectores.
    Si encima te vas al extranjero eres socialmente ciudadano de segunda, exactamente igual que son los extranjeros en España.

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