22 de octubre de 2013

Odios

No hay odio más verdadero
que el que se mama
y se aprende,
ese se incrusta en el tuétano
y nos hace odiar a muerte
y matar sin más razón que el odio,
y se ampara en banderas,
en ideales,
en dioses y creencias,
pero no es otra cosa
que el odio podrido que corroe los huesos.

Hay otro odio,
el que nunca se ha sentido,
y al presentirlo asusta
por su dimensión incontrolable.
Es confuso, tiene altibajos,
no sabes si odias
o te odias por odiar,
no sabes si es odio en realidad
o tanto amor traicionado
que deseas odiar.
No tiene amparo,
más bien te desampara,
te desarma,
te ovilla,
te empequeñece,
pero no es otra cosa que un terrible desencanto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario