10 de diciembre de 2013

La mala luz

Concluyo la lectura de la primera novela de Carlos Castán, 'La mala luz'.
Pertenece esta novela de Castán a esa literatura que yo denomino conmocionante. Emotiva de principio a fin, La mala luz es un monólogo interior, un descenso al infierno de las soledades, las nostalgias, el abandono, la incertidumbre, el fracaso, el deseo de amar y ser amado, el deseo de desaparecer, de desvanecerse... Todas esas malas luces ahondadas con el lirismo necesario para reconducirnos a lo más "íntimo".

La mala luz no es la historia de un asesinato, es ese el achaque, el hilo conductor, la muerte del otro que nos lleva hacia nosotros mismos, a lo que somos, en lo que nos proyectamos, la nostalgia de lo que fuimos... nos conduce a nuestra propia muerte: Si aconteciese, ¿qué encontrarían en nuestros cajones, encima de nuestra mesita, en la cocina, en el escritorio, en nuestro ordenador? ¿Qué poso dejaremos en quienes nos han amado, en los que nos tenían ojeriza, en nuestros hijos, en nuestros ex maridos o mujeres? ¿Quién llorará por nosotros? ¿Qué soy, qué he construido? A todos estos interrogantes me ha llevado esta novela de Carlos Castán, que inteligentemente elige una muerte para reconducirnos de una manera desgarradora y a la par hermosa, dramática, romántica y a veces abrumadora hasta hacerte temblar, por los entresijos del ser humano.

Dejo aquí un fragmento de esta, en el que el protagonista contempla una fotografía de su niñez.



(El niño de las palomas)

Te contemplo y sé que podría llegar a amarte como a nadie. Por ningún ser podría haber hecho tanto como por ti, viviendo como he vivido dentro de tu piel, llevando el timón, sobre el papel al menos, de los pasos que calzas en esos zapatos de charol con hebilla en el costado que ahora dan un poco de risa. Podría haberte guiado como un Ángel de la Guarda, defendiendo tu risa y tu inocencia y las cuatro esquinitas de todas tus camas; sin embargo, a ningún otro ser arruiné la vida de semejante manera. 


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