26 de agosto de 2014

Violación y civismo

El sobreseimiento provisional del caso de la supuesta violación de Málaga me recordó a Acusados, película protagonizada por Jodie Foster a finales de los ochenta. Una mujer se encuentra en un bar, divirtiéndose, como el resto de hombres que hay en ese bar, bebiendo y bailando, como ellos. Seductora, cariñosa, (ellos también, seductores y dejándose seducir, y cariñosos... pero ellos están siendo provocados). Baila con uno y con otro (ellos también bailan  con ella, recordemos, son los provocados) hasta bien entrada la noche, en donde el estado de consciencia y la voluntad están seriamente afectados por el alcohol y el cansancio, y es entonces cuando se convierte en víctima de gran parte de esos hombres que deciden culminar la noche con sexo, porque ella lo ha estado pidiendo a gritos, lo ha estado buscando toda la noche, ellos son las víctimas de su provocación y su actitud no demandaba otra cosa que una buena polla. Pero la cuestión es que en última instancia, ella tiene todo el derecho a decir NO, a defender su integridad física, a no ser forzada ni violentada, incluso, aún sin oponer resistencia dado su estado mental deteriorado bajo el efecto del alcohol u otras drogas, esa mujer tenía derecho a ser defendida del atropello de los unos por algún por tercero (que en la película asiste cobardemente al acto, aunque no participa, y luego se convierte en testigo valioso en el juicio), a ser auxiliada, no por su condición de mujer indefensa, sino porque se trata de un ser humano que está siendo ultrajado.

Es curiosa la justicia española. El vídeo grabado por un tercero con su móvil, no sólo no se considera delito por atentado contra la intimidad, sino que es la prueba que ha puesto a todos esos hombres del futuro (había dos menores entre los acusado) en la calle, ante la felicitación y el aplauso de familiares y amigos que insistían en que eran muy buenos chicos, y que era ella quien no dejó de mordisquearlos y besuquearlos toda la noche... Fueron víctimas de una provocadora. No voy a ser yo quien afirme que hubo relaciones sexuales no consentidas, una auténtica violación, no lo sé, pero cuando menos existió un abuso por parte de un grupo ante un solo individuo (en este caso, mujer) que no estaba en plenas facultades mentales (ellos tampoco, quiero creer... ¿de todos ellos, ninguno?). Es lamentable también que el ser humano busque esos ambientes en donde parece tener cabida solo lo ilícito, lo animal, lo instintivo, y justifique lo que en ellos sucede como parte de la fiesta. Deberíamos preguntarnos a título personal qué estamos haciendo con nuestros hijos (qué valores, esos mermados y despreciados valores, qué educación) para que la inmensa mayoría de ellos no encuentren más aliciente a sus salidas nocturnas y a sus fiestas que ponerse como esponjas hasta arriba de alcohol y a buscar todo tipo de estímulos que les roben el sentido de la realidad (y casi la humanidad), si no, la vida.

De las declaraciones de nuestros políticos estos días no sé si a hacer mención, casi haría mejor un chiste con toda la mala baba, pero sería ponerse a su "altura". Por ejemplo, diría al alcalde de Valladolid, ginecólogo de profesión, que hay que tener cuidado con ciertos ginecólogos al subirse con ellos en el ascensor, están deseando siempre meterte algún dedo por donde no deben. Criminalicemos a todas las mujeres que suben en el ascensor con ciertos hombres ¿poderosos e irresistibles, quería decir el alacalde de Valladolid?, criminalicemos a las mujeres en minifalda, con short, con talla de sujetador por encima de la 90, con caderas de escándalo, con tacones de vértigo  y ese cadente caminar perverso que incitan y excitan a esos hombres como el alcalde de Valladolid y les hacen tener esas fantasías eróticas en el ascensor. Somos todas unas guarras provocadoras, además de unas neuróticas que nos desnudamos dentro de los ascensores y salimos gritando que han tratado abusar de nosotras, vamos, eso es un diario en todos los edificios con ascensor. Declaraciones como esa, en Inglaterra, por ejemplo, hubiesen supuesto su dimisión, aquí, el caciquismo es tal, que "nuestro hombre macho" continúa tan pancho en su sillón de alcalde, desde tiempo inmemorial, por cierto. Pediría a nuestros políticos que se centren en cuestiones de interés vital para la mujer, como es esa ley decimonónica del aborto que impone una maternidad no deseada y fomenta la clandestinidad de la práctica abortiva; el apoyo a la natalidad con medidas que faciliten la maternidad deseada sin que por ello suponga un despido; horarios laborales que favorezcan conciliación y familia y permitan igualmente a los hombres poder ocuparse de sus hijos con horas de paternidad por un recién nacido etc, etc... y dejen de decirnos, como beatas de iglesia, cómo hemos de vestir, por dónde hemos de pasear ni a qué horas y con quién regresar a nuestras casas. Esto no es un estado de sitio con tintes patriarcales, es un estado de Derecho. 

Por otra parte, es lamentable que los valores cívicos, el civismo: capacidad de saber vivir en sociedad respetando y teniendo consideración al resto de individuos que componen la misma, siguiendo unas normas de conducta y de educación, que varían según la cultura del colectivo en cuestión" (wikipedia) brille por su ausencia. El caso de esa mujer de Málaga, si no se considera violación sexual, sí parece una violación de la integridad física y psicológica de un individuo que no se encuentra en situación de plena voluntad, de comprensión. En todo caso, todos ellos fueron víctimas de una situación ¿llamémosla indeseable?, y por supuesto, de una lamentable forma de diversión que a la postre los daña, los convierte en animales abandonados al instinto... Si esa es la manera que se elige para estar en el mundo, ¿hay que apechugar con las consecuencias, o por algo vivimos en un estado de Derecho que protege los derechos de todos, incluso de esos inconscientes? Si un tipo circula a 200 km/h y se estrella contra un árbol y queda mal herido, ¿no existe una sanidad pública que lo ampara y cura sus heridas? Si una mujer considera que al final de una noche loca, su derecho a decir NO y su integridad física y psíquica han sido violados, ¿no existen unas leyes que defiendan su libertad y su voluntad? ¿O nos empezamos a parecer a esos estado integristas en donde te digan: te lo has ganado, merecías ser violada?

Relacionado con la defensa de esos derechos como ser humano, mujer, nos empeñamos en posturas extremas, y eso nos hace perder el norte de lo humano, de cierta armonía en esa convivencia de los dos sexos, tan diferentes física y psíquicamente. La sociedad marcadamente patriarcal abrió una brecha que se intenta repellar desde lo superfluo sin ahondar en el verdadero valor de lo que realmente nos priva la libertad y los derechos como mujeres. En Alemania, se han radicalizado las posiciones de lucha por la igualdad de tal forma que un hombre puede ser insultado al cederle la puerta a una mujer. Un acto de cortesía se toma como una provocación del macho hacia la hembra, que la considera inferior al cederle el paso. Cierto es que no tengo por qué soportar que un tipo me eche sus babas simplemente porque cruzo a su lado y se cree en el derecho de soltar su obscenidad por la boca, pero la cortesía, la educación y el respeto no lo voy a confundir con una lucha a muerte en donde piense que se me cede una puerta para mirar mi culo o como un ser inferior, eso raya la enfermedad mental. Nuestros políticos de fachada progre también tienen lo suyo, son todos, por desgracia (es lo que hay), el reflejo de una sociedad en la que está costando una concepción nueva de roles. Nuestros políticos simpatizantes con la causa son puro escaparate para atraer el voto (objetivo primordial de todo político), llenan sus discursos con el todos y todas, compañeros y compañeras de partido y de partida (acordémonos hasta de las miembras) mientras les traiciona el subconsciente mandando a Cospedal a pasar la aspiradora... podría haber dicho Rajoy, pero en la mente de Paje no entra ver a Rajoy con una aspiradora en la mano, sí a Cospedal. Todo esto es mera anécdota comparado con lo que el caso de Málaga ha puesto de manifiesto de manera tan lamentable, y no es otra cosa que esa concepción de la mujer que "busca" (buscona, provocadora) ser ultrajada, violentada, injuriada, insultada (incluso violada... ella se lo ha ganado), por ejercer su derecho a vestir, divertirse o pasear como libremente quiera. Queda mucho por hacer, por ambas partes.


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