1 de febrero de 2017

La capital del mundo y un detective apellidado Malpartida



No leí su primera novela, 'Las flores de Baudelaire', aunque forma parte de mi biblioteca en e-book. La comencé a leer y me venció esa pantalla fría y plana del e-reader. Volveré a él sobre tapas y hojas de papel. Los buenos relatos han de leerse siempre en papel. Por cuestiones que no vienen al caso, no leí su segunda novela, 'El patio inglés' (y me parece que no estoy quedando nada bien). Pero, al fin, he leído su tercera novela: 'La capital del mundo'. Hablo de Gonzalo Garrido. Novela negra. He de decir que no me gusta, en general, la novela negra, es un género que no me atrae como primera opción de lectura. He de decir, también, que sí me gusta la novela negra de Gonzalo Garrido, y eso sí que es importante, porque eso dice mucho de un escritor, de un buen escritor, y es que haga comulgar con el género a alguien a quien no le gusta el género. 

Así pues, a través de Ricardo Malpartida, personaje principal (junto con el muerto) de 'La capital del mundo', Gonzalo Garrido consigue atraparnos en una historia de intriga, que parte de un asesinato con apariencia de suicidio, y nos va adentrando en las cloacas de una ciudad, Bilbao. 
Malpartida, detective desaliñado, impedido emocional, de vida caótica tanto interna como externamente, entra en contraste con esos otros personajes de las altas esferas sociales de la capital que rodean la trama, desde la viuda del asesinado, científicos, empresarios, jueces y políticos. El contraste nos permite ir desmigando la realidad en esa convergencia de dos mundos, en apariencia distintos y distantes, que conforman la vida de la ciudad. Uno, del que parte Ricardo Malpartida, y que es un reflejo de la miseria mundana. El otro, el de Mato, el asesinado, que revela esas otras miserias que se esconden tras esa apariencia de vidas perfectas y de solidez incorrupta.

Malpartida nos abre una puerta a su mundo de bajos fondos: prostitución, vidas noctámbulas, garitos de mala muerte, tragos de alcohol hasta que se nubla la vista. Malpartida es lo que yo llamo un abandonado de sí mismo, incapaz de enfrentarse a un conflicto emocional personal, como pone de manifiesto su incapaz relación paternofilial. Un "Malasuerte" en el amor, un insignificante (ni siquiera es él quien se va en un encuentro de sexo ocasional con una desconocida). No tiene ni idea, ni se plantea por qué mantiene una relación con una mujer, a la que acude más por no tener otra cosa mejor que hacer que por verdadero afecto. A la postre, la soledad. Malpartida despierta siempre solo y con resaca, porque la incapacidad de abordar las emociones siempre se sobrelleva mejor con unos tragos de más. Malpartida es el antihéroe que gana al lector, porque sus miserias son, en poco o en mucho, nuestras miserias.
Ángel Mato, el asesinado, nos abre la puerta a esa esfera social de una ciudad en donde la apariencia es importante: es importante que te consideren un matrimonio bien avenido, aunque en la intimidad las ruinas sean la única verdad. Los estupefacientes ayudan a mantener la apariencia de ese edificio destruido, en el caso de la mujer de Mato. Una agenda, llena de supuestas citas y obligaciones, sostiene la farsa de la vida del asesinado. La consideración dentro del mundo de la ciencia y la investigación al que pertenecía Mato, la manipulación y el poder, el sentencioso poder que no duda en matar y en eliminar todo rastro.

Y esta es la novela negra de Gonzalo Garrido, toda esa trama tejida de manera amena, con dosis de humor y tintes de buena literatura, en sus escenarios más sórdidos: en donde se mueve y vive habitualmente el detective; y más selectos: en donde se mueve la familia Mato y allegados. Pero ese contraste para el lector deja de ser tal, porque a medida que se va descubriendo la trama y las motivaciones, la sordidez y la náusea empañan a toda la capital del mundo, desde sus bajos fondos hasta sus altas esferas.

(Ah, y Garrido ha creado a un personaje que demanda a gritos tener más vida, su saga, hacerse hueco y tener un nombre como Pepe Carvalho, Poirot o el mismísimo Holmes, en esto que se llama novela negra. Ahí lo dejo).






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